jueves, 28 de agosto de 2014

Chatarreo, una segunda vida para los vehículos

Hoy en día nos confrontamos con un problema social invisible, ¿qué hacer con los vehículos usados que ya han llegado al final de su período de vida? En medio de un largo debate, hay muchos aspectos en juego: la energía consumida en exceso, el uso y agotamiento de los recursos minerales y no minerales, el incremento de la polución ambiental (en particular del aire y la contaminación sonora), la seguridad expresada en mayor tasa de accidentes.
En nuestro país una de las pocas acciones oficiales del gobierno al respecto tienen que ver con el programa de Chatarreo exclusivo para el transporte público, que consiste en un bono que ayuda a financiar la adquisición de una nueva unidad.
El resultado esperado del programa de chatarreo es el reciclaje de algunas de las piezas y materiales de los vehículos “desguasados” (baterías, compresores, etc.), la refundición siderúrgica de la chatarra ferrosa (motor, chasis, aros, etc.), y la disposición en el relleno sanitario (llantas, vidrios, asientos de fibra de vidrio).
El bono de chatarreo hoy en día sólo se dirige al transporte público de más de 20 años de antigüedad, y al inicio del programa se habían previsto una inversión de 6.1 millones USD. Los primeros 750 vehículos demandaron 4.3millones USD[1]. En el 2013 se chatarrearon 1700 unidades y el 2014 se proyectan 1900 vehículos[2]. Esto suman 4350 vehículos desde el inicio del programa, con una inversión estimada de 25 millones, lo que significa una renovación de poco más del 10% del parque automotor público.  En matemáticas simples, la renovación del 50% de las unidades de transporte público le costará al estado 125millones USD, objetivo trazado por el gobierno.

¿Qué aspectos del programa pueden ser observables?

Es posible que la entrega del bono hubiera podido ser una oportunidad para filtrar y reducir la flota de transporte público, en lugar de pensar sólo en la renovación del vehículo que mantiene el número intacto. El transporte público se atomizó en los 90 con malos resultados en términos de administración del parque automotor. La renovación no debe ser individual sino por línea o eje de transporte público, sino, el resultado sería más de lo mismo.
Sólo se tiene pensado en la renovación de vehículos con combustibles fósiles (gasolina y GNV). Sería la oportunidad para abordar sistemas de propulsión con menos emisiones y en función de la electricidad (motores eléctricos, y en el límite, por alimentación por cable como los trolebuses).
Se promueve insistentemente el cambio por mantener la dualidad con GNV, que pese a ser una energía barata en el Perú, es un recurso no renovable.
El programa es una experiencia artesanal, con un solo enfoque de un reciclaje mínimo. Se ha perdido la oportunidad de involucrar a más agentes para la optimización, como un centro de investigación de motores y vehículos, empresas ensambladoras o metal-mecánicas y universidades. Estas entidades en su conjunto podrían crear un nuevo polo de desarrollo, sobre todo en cuanto a la creación de empleos.

¿Quién debe financiar el chatarreo?

Hasta hoy en día, es la sociedad en su conjunto mediante los impuestos la que subvenciona el programa de chatarreo, pero a todas luces puede ser injusto. La creación de las externalidades (sobreconsumo de energía, polución ambiental, inseguridad vial) debe ser asumida por el factor creador, es decir, por los propietarios de vehículos en malas condiciones. Esto se puede regular mediante la imposición selectiva a vehículos a partir de cierta edad, por ejemplo a partir de 05 años.
Otro impuesto podría proponerse en función de la emisión de gases tóxicos a la salida de los tubos de escapes, y que serían medidos en la revisión técnica vehicular. De esta manera también se penalizaría los automóviles de mayor capacidad que engullen mayor combustible, que contaminan más, y que hoy en día circulan bajo la premisa de que el ambiente puede recibir infinitamente emisiones.
Otra forma de valorizar el chatarreo sería potenciar el sector de reciclaje. En Europa, se exige que todos los vehículos fabricados a partir del 2005 tengan una tasa de reciclaje y reutilización de 95%, con una parte de valorización energética del 10% (es decir, incinerar parte de las piezas combustibles para producir energía).
Finalmente, se podrían trabajar con emprendedores pequeños y medianos, y con universidades, para crear polos de desarrollo basados en el reciclaje.



[1] El Comercio: Bono de chatarreo retiró a 750 unidades de transporte público en Lima. Lima, 10 setiembre del 2012.
[2] El Comercio: Serán chatarreados cerca de 6 mil vehículos en 2014. Lima, 02 de febrero del 2014.

1 comentario:

Juan Manuel Vargas dijo...

El chatarreo debe financiarse con el propio dinero de los propietarios de las unidades vehiculares. ¿Cómo financiar el chatarreo?. A través del impuesto al combustible que esos vehículos consumen. Para ello es importante la inplementación del sistema de control de desplazamiento de las unidades de transporte público en todo el Perú, cuando están prestando en servicio. Con el récord de km-recorridos por mes/año, se conoce la cantidad de consumo de combustible por km. Luego con ese valor se emite el correspondiente valor del impuesto. No es responsabilidad de todos los peruanos pagar por la renovación de una propiedad generó riqueza solo a su propietario.