Hoy en día nos confrontamos con
un problema social invisible, ¿qué hacer con los vehículos usados que ya han
llegado al final de su período de vida? En medio de un largo debate, hay muchos
aspectos en juego: la energía consumida en exceso, el uso y agotamiento de los
recursos minerales y no minerales, el incremento de la polución ambiental (en
particular del aire y la contaminación sonora), la seguridad expresada en mayor
tasa de accidentes.
En nuestro país una de las pocas acciones oficiales del
gobierno al respecto tienen que ver con el programa de Chatarreo exclusivo para
el transporte público, que consiste en un bono que ayuda a financiar la
adquisición de una nueva unidad.
El resultado esperado del programa de chatarreo es el
reciclaje de algunas de las piezas y materiales de los vehículos “desguasados”
(baterías, compresores, etc.), la refundición siderúrgica de la chatarra
ferrosa (motor, chasis, aros, etc.), y la disposición en el relleno sanitario
(llantas, vidrios, asientos de fibra de vidrio).
El bono de chatarreo hoy en día sólo se dirige al transporte
público de más de 20 años de antigüedad, y al inicio del programa se habían
previsto una inversión de 6.1 millones USD. Los primeros 750 vehículos
demandaron 4.3millones USD[1].
En el 2013 se chatarrearon 1700 unidades y el 2014 se proyectan 1900 vehículos[2].
Esto suman 4350 vehículos desde el inicio del programa, con una inversión
estimada de 25 millones, lo que significa una renovación de poco más del 10%
del parque automotor público. En
matemáticas simples, la renovación del 50% de las unidades de transporte
público le costará al estado 125millones USD, objetivo trazado por el gobierno.
¿Qué aspectos del programa pueden ser observables?
Es posible que la entrega del bono hubiera podido ser una
oportunidad para filtrar y reducir la flota de transporte público, en lugar de
pensar sólo en la renovación del vehículo que mantiene el número intacto. El
transporte público se atomizó en los 90 con malos resultados en términos de
administración del parque automotor. La renovación no debe ser individual sino
por línea o eje de transporte público, sino, el resultado sería más de lo
mismo.
Sólo se tiene pensado en la renovación de vehículos con
combustibles fósiles (gasolina y GNV). Sería la oportunidad para abordar
sistemas de propulsión con menos emisiones y en función de la electricidad
(motores eléctricos, y en el límite, por alimentación por cable como los
trolebuses).
Se promueve insistentemente el cambio por mantener la
dualidad con GNV, que pese a ser una energía barata en el Perú, es un recurso
no renovable.
El programa es una experiencia artesanal, con un solo
enfoque de un reciclaje mínimo. Se ha perdido la oportunidad de involucrar a
más agentes para la optimización, como un centro de investigación de motores y
vehículos, empresas ensambladoras o metal-mecánicas y universidades. Estas
entidades en su conjunto podrían crear un nuevo polo de desarrollo, sobre todo
en cuanto a la creación de empleos.
¿Quién debe financiar el chatarreo?
Hasta hoy en día, es la sociedad en su conjunto mediante los
impuestos la que subvenciona el programa de chatarreo, pero a todas luces puede
ser injusto. La creación de las externalidades (sobreconsumo de energía,
polución ambiental, inseguridad vial) debe ser asumida por el factor creador,
es decir, por los propietarios de vehículos en malas condiciones. Esto se puede
regular mediante la imposición selectiva a vehículos a partir de cierta edad, por
ejemplo a partir de 05 años.
Otro impuesto podría proponerse en función de la emisión de
gases tóxicos a la salida de los tubos de escapes, y que serían medidos en la
revisión técnica vehicular. De esta manera también se penalizaría los
automóviles de mayor capacidad que engullen mayor combustible, que contaminan
más, y que hoy en día circulan bajo la premisa de que el ambiente puede recibir
infinitamente emisiones.
Otra forma de valorizar el chatarreo sería potenciar el
sector de reciclaje. En Europa, se exige que todos los vehículos fabricados a
partir del 2005 tengan una tasa de reciclaje y reutilización de 95%, con una
parte de valorización energética del 10% (es decir, incinerar parte de las piezas
combustibles para producir energía).
Finalmente, se podrían trabajar con emprendedores pequeños y
medianos, y con universidades, para crear polos de desarrollo basados en el
reciclaje.
1 comentario:
El chatarreo debe financiarse con el propio dinero de los propietarios de las unidades vehiculares. ¿Cómo financiar el chatarreo?. A través del impuesto al combustible que esos vehículos consumen. Para ello es importante la inplementación del sistema de control de desplazamiento de las unidades de transporte público en todo el Perú, cuando están prestando en servicio. Con el récord de km-recorridos por mes/año, se conoce la cantidad de consumo de combustible por km. Luego con ese valor se emite el correspondiente valor del impuesto. No es responsabilidad de todos los peruanos pagar por la renovación de una propiedad generó riqueza solo a su propietario.
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